¿Por qué trabajamos tanto?

En el siglo XX, muchos expertos predijeron que para el año 2000, la humanidad estaría trabajando menos, no más. Con la llegada de la potencia informática y una comunicación más rápida, se suponía que trabajaríamos solo dos o tres días a la semana. La gran pregunta, pensaban los expertos, era qué haríamos con nuestra gran cantidad de tiempo libre cuando no tuviéramos que trabajar mucho. Pero probablemente solo necesitemos mirar nuestra propia vida hoy para ver cuan equivocadas fueron estas predicciones. 

Resulta que la tecnología y el avance nos ha dado más trabajo que hacer, no menos. Los teléfonos han agregado un promedio de once horas a la semana laboral típica de un profesional, lo que significa que muchos profesionales ahora pasan alrededor de 80 horas a la semana trabajando. E

Pero no podemos culpar únicamente a la tecnología por el exceso de trabajo. Hay otra razón, más sorprendente, por la que la empresa moderna nos tiene pegados a nuestros escritorios. El hecho es que el trabajo que la gente hace en estos días es adictivo.

Si somos un profesional exitoso,  es probable que nuestras tareas laborales diarias sean desafiantes, estimulantes y nos den una sensación de satisfacción. Una vez que alcanzamos cierto peldaño en la escala profesional, nos encogemos de hombros después de tareas administrativas más aburridas adjuntas a nuestro trabajo, y pasamos la mayor parte de nuestro tiempo resolviendo problemas. 

Cuando encontramos algo divertido, puede ser tentador dedicarle tiempo. Pero, ¿no debería nuestra vida personal ofrecer tanta diversión y estimulación?  Nuestra vida personal y nuestras relaciones son complicadas de una forma que no lo es nuestra vida laboral. Cuando estamos en la oficina, nuestro jefe ha definido tareas para que las completemos. Estas tareas tienen un final claro y, cuando terminamos, recibimos comentarios positivos y validación por un trabajo bien hecho. Pero en casa las cosas son un poco diferentes. 

Las tareas típicas del hogar como lavar la ropa, cocinar o acostar a nuestros hijos, por la noche no parecen estimulantes. También puede ser más difícil entender lo que se requiere de nosotros en nuestras relaciones personales que en las laborales, y es posible que no se recibamos comentarios positivos. Por eso, en lugar de salir a tiempo, a muchos profesionales les resulta más satisfactorio quedarse en sus escritorios. Y sus vidas personales y sus familias sufren como resultado.

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