¿Por qué le damos tanta importancia a la experiencia?

Solemos dar un gran peso al elemento de experiencia. Consideramos que porque alguien tenga más experiencia, debería tener una mejor comprensión del campo en el que trabaja y por lo tanto una puntuación de credibilidad superior.

Esta tendencia se da en la mayoría de culturas, en mayor o menor medida, desde usar la edad como una medida de jerarquía y como una obligación a mostrar respeto, algo que suele ocurrir en las culturas China y Japonesa, hasta actuar simplemente como un factor para mostrar más respeto.

El respeto a los mayores nace por cómo ha funcionado la supervivencia de nuestra especie. Comparado con otras especies, el Homo Sapiens, carece de gran fortaleza o una habilidad superior para defenderse o cazar presas, en su lugar lo que tenemos es la capacidad de aprender y la de metacognición, la capacidad de saber que estamos pensando y modificarlo.

Tener que usar el aprendizaje como principal herramienta de supervivencia nos ha acabado dando una gran ventaja a la larga. Pero en un comienzo, cuando los métodos para transmitir conocimiento estaban limitados a la transmisión oral. Tener más años de vida estaba ligado a tener más oportunidades de aprender y por lo tanto de poseer conocimiento que permitiese la supervivencia.

Esto llevó a que la edad se tratase no solo como un número más, sino como un símbolo de la capacidad de aprender lo suficiente como para sobrevivir y por lo tanto como una gran ventaja.

Hoy en día, la edad sigue siendo sin duda un factor que puede estar ligado a tener una mayor experiencia y sabiduría, pero gracias a internet y la gran disponibilidad de conocimiento donde y cuando queramos sobre casi cualquier tema, la experiencia ha dejado de ser un factor de tanto peso como antes.

Hoy en día, la experiencia, como cifra, aunque pueda actuar como un indicador con cierta correlación con la maestría en cierto campo, no tiene porque implicar un mayor conocimiento ya que cada vez tiene más peso no cuánto tiempo dedicamos a algo, sino como dedicamos ese tiempo.

De esta forma, ha nacido una diferencia entre dos factores que se consideraban iguales, la experiencia y la competencia ya no se pueden considerar como lo mismo, y puede haber enormes disparidades de competencia entre personas con un número de años parecidos de experiencia. 

Nota:Muchas empresas siguen considerando la experiencia como un factor clave, debido a la dificultad a la hora de medir el grado de competencia de una persona, y por lo tanto recurren a usar un número cada vez mayor de años de experiencia como baremos para detectar la capacidad real. Personalmente considero que lo que deberíamos medir no es la experiencia en número de años, sino en número de proyectos y habilidades desarrolladas en forma de un portafolio, entre otros factores.

La diferencia que nace entre la experiencia y la competencia se debe a cómo usamos el tiempo y el factor de inteligencia, y la capacidad de usar el método científico.

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