Los Tres Elementos del Canon de la Memoria

Los Cinco Cánones fueron reunidos y organizados por el conferenciante romano Cicerón, en su tratado De Inventione, escrito entre el año 50 a. Y 150 años después, en el 95 d. C., el retórico romano Quintiliano exploró los cinco cánones con mayor profundidad en su histórico libro de 12 volúmenes sobre retórica, Institutio Oratoria. Su libro de texto y, en consecuencia, los Cinco cánones de la retórica, se consideraron como la base de la educación en retórica hasta bien entrada la época medieval.

¿Cuáles son los cinco cánones de la retórica?

● inventio (invención): El proceso de desarrollar y refinar nuestros argumentos.

● dispositio (arreglo): El proceso de ordenar y organizar nuestros argumentos para lograr el máximo impacto.

● elocutio (estilo): El proceso de determinar cómo presentamos nuestros argumentos utilizando figuras retóricas y otras técnicas retóricas.

● memoria (memoria): El proceso de aprender y memorizar nuestro discurso podemos pronunciarlo sin el uso de notas. El trabajo de la memoria no solo consistía en memorizar las palabras de un discurso específico, sino en almacenes de citas célebres, referencias literarias y otros hechos que podrían usarse en discursos improvisados.

● actio (entrega): El proceso de practicar cómo pronunciamos nuestro discurso usando gestos, pronunciación y tono de voz.

1. Memorizar el propio discurso.

Antiguamente, casi toda la comunicación retórica se hacía oralmente. Los speaker antiguos tenían que memorizar sus discursos y darlos sin apuntes. Tomar notas como una forma de recordar cosas a menudo se menospreciaba. Y se sigue haciendo aunque de forma más sutil. En su Fedro, Platón describe como Sócrates defiende que depender de la escritura debilita la memoria:

“Si los hombres aprenden esto, [el arte de escribir] implantará el olvido en sus almas: dejarán de ejercitar la memoria porque confían en lo que está escrito, recordando las cosas ya no desde dentro de sí mismos.”

El canon de la memoria  era, en muchos sentidos, una herramienta para aumentar el ethos o la autoridad de un conferenciante con su audiencia.

En los tiempos modernos, todavía damos más crédito a los speaker que dan sus discursos (o al menos parecen hacerlo) de memoria. Para ver la importancia de este factor, tan solo debemos recordar a  los speaker que hemos escuchado. ¿Cuáles parecían más dinámicos y atractivos? ¿El hombre que no dejaba de ver sus apuntes, leyéndolos palabra por palabra desde detrás del atril… o el que parecía que estaba dando su discurso desde el corazón y que atraía a la audiencia con contacto visual y lenguaje corporal natural?

2. Hacer que el discurso sea memorable.

Para los speaker antiguos, el canon retórico de la memoria implicó organizar nuestra oración y usar ciertas figuras retóricas para ayudar a nuestra audiencia a recordar lo que dijimos. ¿De qué sirve pasar horas memorizando un discurso si nuestros oyentes olvidan lo que dijimos tan pronto como salen por la puerta?

3. Mantener una lista de citas adecuadas

Una tercera faceta del canon de la memoria consistía en tener citas, hechos y anécdotas preparados para utilizar  en cualquier momento para futuros discursos o incluso para un discurso improvisado. Un maestro conferenciante tiene una amplia base de citas y datos que le permiten aumentar la credibilidad de sus argumentos. Los retóricos romanos como Cicerón y Quintiliano no estaban en contra de tomar apuntes y alentaron a sus alumnos a llevar pequeños diarios para recopilar citas e ideas para futuros discursos. Los retóricos del Renacimiento continuaron y ampliaron esta tradición con el uso del llamado «libro común».

Cómo Memorizar discursos largos

Debido a que las presentaciones podían durar varias horas, tuvieron que desarrollar dispositivos mnemotécnicos (técnicas que ayudan a la memoria) para ayudar a recordar todas las partes de sus discursos. El más famoso y popular de estos recursos mnemotécnicos fue la técnica del “método de loci”.

El método de la técnica de la memoria loci se describió por primera vez de forma escrita en un tratado romano sobre retórica llamado ad Herennium, pero también apareció en tratados de Cicerón y Quintiliano. Es un dispositivo mnemotécnico muy efectivo y todavía lo usan los campeones de la memoria como Joshua Foer, autor del libro Los Desafíos de la Memoria.

Para usar el método de loci, el conferenciante se concentra en el diseño de un edificio o casa que mejor conoce. Después hace un recorrido mental por cada habitación del edificio y asigna una atractiva representación visual de una parte de su discurso a cada habitación. Entonces, por ejemplo, digamos que la primera parte de nuestro discurso es sobre la historia de la Tercera Guerra Púnica. Podemos imaginar a Hannibal y Scipio Africanus peleándose en nuestra sala de estar. Podríamos ser más específicos y poner diferentes partes de las batallas de la Tercera Guerra Púnica en diferentes salas. El método de la técnica de memoria loci es poderoso porque es flexible.

Cuando pronunciamos nuestro discurso, recordamos mentalmente nuestra “memoria de la casa” para recuperar la información que se supone que debemos presentar. 

Cómo hacer que nuestra audiencia recuerde nuestro discurso

Para que nuestra comunicación sea persuasiva y efectiva, debemos asegurarnos de que nuestra audiencia recuerde lo que les hemos comunicado. El primer paso para que la gente lo recuerde es decir algo interesante. Si todos en la audiencia están distraídos y jugando con sus iPhones, ninguno de los trucos organizativos les ayudará a recordar nuestro discurso.

Una vez que hayamos formulado un mensaje, podemos seguir el patrón básico establecido en el canon de estructura. A lo largo de nuestro discurso, es importante parar y brindar a nuestra audiencia una ruta de dónde se encuentra en nuestro discurso. Si hemos terminado la primera parte de nuestro discurso, podemos decir algo como: “Hemos cubierto x. Ahora pasaremos a mi segundo punto, y”. Esta revisión constante de dónde estamos y qué nos queda por recorrer ayudará a grabar los puntos principales de nuestro discurso en la mente de nuestra audiencia.

Contar una historia cautivadora es una de las formas de atraer a nuestra audiencia y ayudarles a recordar nuestro mensaje. Probablemente hayamos visto el poder de la historia para ayudar a la memoria en nuestra propia vida. ¿Qué es más fácil? ¿Recitarle a un amigo lo que aprendimos en una clase de física o recitar la historia de una película que vimos? 

Otra herramienta para hacer que nuestra retórica sea más fácil de recordar son las figuras retóricas. Una figura retórica bien ejecutada puede asegurar que nuestra audiencia recuerde lo que hemos dicho. 

Almacenamiento de citas, hechos e historias para futuros discursos

Otra parte importante del canon de la memoria es almacenar información que puede usarse en futuros discursos o textos. Los retóricos de la antigua Roma y el Renacimiento fomentaron el uso de cuadernos para ayudar a facilitar este proceso de recopilación.

Personalmente, mis cuadernos favoritos para usar son los delgados que caben en el bolsillo de mi gabardina. Si tengo una idea o veo o leo algo que quiero recordar, saco mi cuaderno y lo escribo. Un cuaderno de bolsillo puede ser un almacén para todas las ideas que generamos cada día y para todos los pensamientos y consejos que escuchamos y leemos de otras personas.

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