La técnica de los experimentos mentales

Cuando tenía 16 años, Albert Einstein reflexionó sobre lo que sucedería si pudiera observar la luz mientras se movía a la misma velocidad. Sabía que esto estaba más allá del alcance de su cuerpo, pero imaginar esta situación sentó las bases de lo que se convirtió en la teoría especial de la relatividad, una década después. 

Nikola Tesla también usó su imaginación como su laboratorio. Dedicó horas a planificar mentalmente sus inventos, antes de esbozarlos. Su mente fue el primer campo de pruebas para su sistema de corriente alterna, del que nos beneficiamos todos los días. Ni él ni Einstein habrían logrado sus increíbles avances si sus vidas hubieran estado llenas de distracciones. 

La creatividad necesita tiempo y espacio. Por eso tantos lugares de trabajo modernos son tan poco creativos. La mayoría de nosotros estamos atrapados en un ciclo de trabajo repetitivo. Cada correo electrónico que enviamos genera otro correo electrónico, que nos sentimos obligados a responder de inmediato. Estamos bajo tanta presión para obtener resultados y ofrecer ese pequeño margen como para desarrollar la curiosidad y la exploración necesarias para forjar un nuevo camino. 

Antes de que nos demos cuenta, hemos olvidado que una vez fuimos niños a los que les encantaba descubrir, que no dejaban de hacer preguntas sobre el mundo. Pero ese sentido infantil de asombro es esencial si queremos encontrar soluciones innovadoras para los problemas. Por suerte, no es difícil volver a conectar con nuestro niño interior de siete años. Todo lo que tenemos que hacer es ejecutar un experimento mental. 

Los experimentos mentales nos ofrecen el espacio para considerar una pregunta específica en un mundo paralelo donde la realidad funciona de forma diferente. Esto nos libera de limitaciones como habilidades, acceso a recursos o incluso, como en el caso de Einstein, realidad física. 

El objetivo no es  dar con la respuesta correcta, sino obtener información al forzarnos a salir de patrones de pensamiento obsoletos. Agregar huecos a nuestro horario fomenta los experimentos mentales. Cuando a nuestra mente se le da permiso para divagar, las áreas de nuestro cerebro responsables de la creatividad cobran vida.Muchos autores, como JK Rowling, defienden el aburrimiento. En 1990, antes de que se inventaran los teléfonos, el tren de Rowling de Manchester a Londres se retrasó cuatro horas. La historia de Harry Potter surgió en su mente mientras estaba atrapada en la estación sin nada que hacer. Imaginemos lo que nuestra mente podría darnos si le permitiéramos divagar.

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