La falacia de la planificación, hace referencia a nuestra tendencia a evaluar nuestras habilidades al alza y exagerar la capacidad que tenemos para modificar el futuro. No es un problema cuando entendemos que lo hacemos, pero si nos engañamos y pensamos que es habilidad es posible caer muy rápido.
La falacia de la planificación nos aleja de la realidad, y alejarnos de la realidad nos lleva a incrementar el riesgo asociado a nuestras decisiones, y lleva a que caigamos en la falacia de los números pequeños.
La falacia de los números pequeños se basa en asumir que el comportamiento de un subgrupo de la población puede predecir el comportamiento del resto de la población. Un ejemplo seria ir a una escuela de otro país en tu ciudad y al ver que todos hablan 2 idiomas asumir que todo el mundo habla 2 idiomas en el país.
Para evitar la falacia de la planificación debemos entender los números reales asociados a nuestra productividad, y en concreto a la productividad de nuestros métodos. Por ejemplo si no tenemos experiencia en el campo de la productividad seguramente nuestro tiempo se asemeje al tiempo de los demás, pero si sacamos provecho de técnicas para mejorarlo, como la de GTD o getting things donde, pasamos a ser parte de otra subpoblación.
Debemos entender a que se asocian nuestras características específicas y como se traduce esto en resultados, cuanto mejor entendamos nuestras características y en que se traducen a nivel poblacional, más se acercaran nuestros planes a la realidad.
Daniel Kahneman nos explica este concepto con un ejemplo de su libro Pensar Rápido Pensar Despacio. En el ejemplo, Kahnneman explica como en su juventud, junto a un grupo de profesores tuvieron que escribir un libro para explicar el concepto de bias y como nos afectan sin matemáticas, para enseñar en un instituto.
Tras trabajar en el proyecto durante 2 años Kahneman decidió preguntar a la persona mas experimentada, cuanto tiempo se suele tardar de media en hacer el trabajo que tenían que hacer, y cuál era el nivel medio de los grupos.
La respuesta fue que el 40% de los intentos de hacer un libro fallaban, se rendían antes de acabar. De entre todos los equipos que conocía, el de Kahneman era uno de los que tenia menos recursos, experiencia y personal y los que lo lograban tardaban de media 8 años.
Según Kahneman, la respuesta inteligente sería dejar el proyecto, ya que todos en el grupo estimaban que les llevaría 4 años más o menos. Pero en lugar de dejarlo, decidieron seguir adelante con la esperanza de que podrían acabar antes de lo esperado. El resultado, les llevó 8 años acabar y nadie utilizó el libro al final.
Este es un gran ejemplo de cómo el sesgo de la planificación nos puede afectar, y se hace aún más aparente porque un grupo de personas que escribían sobre sesgos nunca se hicieron la pregunta de ¿Cuán probable es que esto salga?.

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