Intuición y evolución o Porque no Nos Podemos Fiar de Nuestra intuición

El ser humano lleva pocos años desarrollando su civilización comparado con el tiempo que lleva existiendo la especie del Homo Sapiens, y esto significa que muchas de las características que tenemos hoy en día fueron “diseñadas” y “seleccionadas” por su utilidad para sobrevivir en un ambiente más primordial.

En el contexto de una especie cazadora recolectora, ser capaz de sacar el máximo provecho de la información que tiene en el momento, y poder sacar conclusiones rápidas de lo que ven es mucho más útil en términos de supervivencia que ser capaz de entender porque se ha tomado cierta decisión.

Le damos muchas más importancia a la “realidad” que observamos sin cuestionar hasta qué punto esta realidad es cierta y hasta qué punto la realidad que vemos está controlada por nuestras vivencias y experiencias. 

Debido a ello el caos nos desconcierta, siempre estamos buscando formas de entender la causalidad entre distintos elementos, aun cuando sabemos que la información a la que tenemos acceso puede no ser suficiente para sacar una conclusión real. Nuestra aversión a la pérdida, lleva a que deseemos que nuestros modelos sobre el futuro sean ciertos

Un ejemplo de esto es como nuestra comprensión de la estadística lleva a que se dé el fenómeno de la “falacia del jugador”, o falacia de montecarlo. La falacia del jugador explica porque tendemos a pensar que después de lanzar una moneda y que salga cara 10 veces, debería salir cruz. 

A nivel lógico entendemos que la probabilidad de que salgan ambos lados de la moneda es del 50% pero en lugar de asumir que esto tiene sentido cuando hablamos de un número suficientemente alto de lanzamientos, la falacia de montecarlo nos lleva a pensar que debería salir el lado opuesto para equilibrar el número. Pero esto es falso, cada lanzamiento siempre tiene una probabilidad del 50% sin importar que haya salido antes

La supervivencia de nuestra especie siempre ha estado ligada a nuestra capacidad de comprensión y aprendizaje y esto lleva a que “tengamos un miedo instintivo” a no entender cómo funciona algo y las relaciones de causalidad. 

Esto acaba causando otro tipo de bias o falacia, conocida como la ilusión del control, que explica cómo aceptamos relaciones de causalidad falsas para conseguir un sentimiento de seguridad y control. Un ejemplo es como al lanzar dados se tiran con más fuerza si queremos un número alto o con menos si queremos un número bajo, o como a veces se grita el número que queremos que salga, aun cuando esto no tiene ningún efecto, a menos que estemos compinchados con la persona que tira o reparte.

Por eso no podemos acabar de confiar del todo en los expertos, y por eso no siempre aciertan, porque es humano caer en trampas para explicar la causalidad que pueden o no ser ciertas y que muchas veces solo se confirman por el bias de confirmación.

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