La escuela requiere que aprendamos una gran diversidad de cosas, pero el hecho de que las clases tengan tantas personas y que la velocidad y estilo de aprendizaje de los alumnos pueda ser tan diferente como para que ninguno vaya a la misma velocidad, hace que crezcan sentimientos de irritación y que muchos acaben por dejar de estudiar o pierdan el interés
Que no puedan entender las lecciones o que vayan demasiado lento, hace que los estudiantes opten por hacer otras cosas con su tiempo, y muchas veces estas cosas son las redes sociales o juegos, pasatiempos que nos dan subidones de dopamina instantáneos
Esto junto a otros elementos que nos comenta el autor:
- Que las escuelas nos enseñan que el trabajo no tiene porque ser divertido y que tenemos que hacer las cosas cuando nos las piden, en lugar de disfrutarlas
- Que hacer lo justo ya nos puede dar el visto bueno, incluso sin entender lo que estamos haciendo realmente
- Que siempre existe una respuesta correcta y que arriesgarse a contentar y experimentar esta mal
La realidad es que nadie es vago, es tan solo que hemos pedido la capacidad de disfrutar aquello que tiene recompensas a largo plazo porque el sistema educativo no ha cumplido con nuestras necesidades
De forma, que si somos capaces de desaprender nuestra forma de lidiar con el trabajo, podemos aprender a disfrutarlo mucho más, acercarnos al proceso de flow o fluir y gracias a ello ser más efectivos
¿Qué tareas hemos pospuesto hoy?
Todos posponemos cosas en nuestras listas de tareas pendientes, con la promesa de que volveremos a ellas tan pronto como tengamos un poco de tiempo libre, mientras que la lista solo se hace más y más larga. Esto nos hará retroceder mientras perseguimos nuestros objetivos, pero podemos combatirlo manteniendo un buen ritmo.
El autor tuvo que aprender la lección de mantener su ritmo de la forma más difícil. Un ávido triatleta, estaba corriendo en el Wildflower Triathlon y descubrió que había completado la primera milla en solo seis minutos, aunque su ritmo planificado era de ocho minutos por milla.
Efectivamente, en la marca de cinco millas empezó a llegar a su limite y tuvo que reducir la velocidad. Esto no habría sucedido si hubiera mantenido su ritmo. Mantener el ritmo es una forma de usar nuestro día de forma más efectiva. Pero hay otra forma de aprovechar al máximo el tiempo que tenemos. Valorándolo.
15 minutos es alrededor del uno por ciento de un día. Aún así, es tiempo suficiente para hacer muchas cosas. Cuando el autor tuvo que esperar unos minutos para una reunión, se las arregló para escribir una tarjeta de agradecimiento, revisar su calendario para las próximas tres semanas, reservar su hotel y coche de alquiler para un próximo viaje, revisar sus mensajes de voz y planificar brevemente un artículo. Recordemos esto eso la próxima vez que tengamos 15 minutos libres. Los tiempos de espera inconvenientes pueden convertirse en oportunidades para marcar esos pequeños elementos de nuestras listas de tareas pendientes. Esto, a su vez, liberará espacio mental para tareas más importantes, lo cual es vital, como veremos a continuación.

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