El efecto IKEA hace referencia a cómo hacer de forma voluntaria una tarea o trabajo que implique dificultad, y el esfuerzo puede ayudar a que nos sintamos mejor con nosotros mismos al final del proceso.
El efecto IKEA recibe este nombre debido a que la famosa tienda de muebles puede hacer uso de este bias cognitivo a través de darnos sus muebles sin montar, así al final del proceso no solo tenemos nuevos muebles de nuestra elección sino que nos sentimos mucho más satisfechos gracias a la diferencia entre el proceso de hacer algo difícil y el momento de acabarlo.
Somos animales que usan comparaciones para medir el valor real de algo, de forma que si estamos acostumbrados a trabajar con disciplina y salir de nuestra zona de confort, también es más probable que nos sintamos más satisfechos.
Otro bias que entra en juego es el del creador. El bias, o sesgo cognitivo, del creador, hace referencia a cómo consideramos que cualquier cosa que hagamos nosotros es mejor, o al menos más especial, simplemente por el hecho de que lo hayamos hecho nosotros. De esta forma IKEA saca partido a la táctica que permitió que creciese el sector de las mezclas de pasteles preparadas.
En el siglo XX nacieron por primera vez las mezclas de pasteles preparadas. Estas mezclas empezaron vendiendo todos los ingredientes de forma que tan solo tenía que cocinarse y se podía conseguir un pastel. Pero el problema que vieron fue que la gente compraba estos pasteles, pero el efecto del boca a boca era casi inexistente, debido a que hacer estos pasteles era tan fácil que “no merecía la pena” decir cómo los habían preparado o comprado.
Ante esta situación, las principales marcas eliminaron los huevos de sus mezclas, de forma que ahora necesitaban añadir un huevo por su cuenta para preparar el pastel. El resultado de este pequeño cambio, que a simple vista parecería simplemente más trabajo, fue que se podía sacar partido del bias del creador y los compradores estaban dispuestos a compartir de donde habían comprado el pastel.
Parece que las tortillas con unos cuantos huevos rotos pueden ser mucho más atractivas. Y esto no se aplica sólo a nivel de muebles o pasteles, sino también a nivel de trabajo.
El efecto IKEA es la razón por la que tantas personas que empiezan en el mundo del emprendimiento se quedan aun cuando es un proceso mucho más difícil y con mucho más estrés, simplemente porque de la misma forma que poner algo de sal a un postre puede hacerlo aún más dulce, trabajar duro para conseguir algo hace que el resultado sea mucho más satisfactorio.
Crear la oportunidad de que nuestros clientes creen, o elijan, el producto que más se adapte a sus necesidades nos permite darles una oportunidad para convertirse en los “protagonistas” de su historia y tener un logro más ese día.

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