El Arte de la Negociación: El primer paso de una negociación

La concesión más barata que podemos hacer, la que menos nos cuesta y más rinde, es la de respetar. Respetar significa dar una atención positiva y tratar al otro con la dignidad con la que nos gustaría ser tratados.

Sin embargo, por más beneficioso que pueda ser, dar respeto es una concesión difícil. En una situación o relación problemática, el respeto puede ser lo último que tengamos ganas de dar. Podemos pensar que no merecen nuestro respeto y que necesitan ganárselo. Puede que no nos respeten, ¿por qué deberíamos respetarlos? Los resultados habituales son pérdidas por ambos lados.

Pero todo lo que se necesita es que una persona cambie su actitud hacia la otra del antagonismo y el rechazo al respeto para cambiar el tono y el resultado de una conversación difícil. Esa persona podríamos ser nosotros. Una vez que mostramos respeto a la otra parte, es probable que nos muestre respeto. El respeto puede generar respeto.

Para ofrecer respeto, no necesitamos aprobar el comportamiento de la otra persona, ni necesitamos agradar a esa persona. solo tenemos que tomar la decisión consciente de tratar a cada persona con la dignidad que es un derecho de nacimiento de todo ser humano.

 ¿Cómo, en situaciones difíciles, cambiamos nuestra actitud interna del antagonismo al respeto? El respeto comienza a emerger cuando nos entendemos a nosotros mismos. Si ya nos hemos respetado al comprender nuestras necesidades e inquietudes y crear los pasos para responderlas, nos resultará más fácil respetar a los demás. Si hemos optado por asumir la responsabilidad de nuestras vidas y acciones, no es probable que culpemos a los demás.

Ponernos en el lugar de la otra persona.Si pudiéramos leer la historia secreta de nuestros enemigos, encontraríamos en la vida de cada hombre el dolor y el sufrimiento suficiente para desarmar toda hostilidad.

La forma de escuchar a los demás es mostrar una actitud de respeto, en otras palabras, una atención y un respeto totalmente positivos. Por lo general, escuchamos a los demás desde nuestro marco de referencia, juzgando lo que dicen. Debemos practicar el arte de escuchar a los demás desde su marco de referencia. Desde sus propios puntos de vista. Podemos escuchar no solo las palabras, sino todos los sentimientos y pensamientos no expresados ​​que se esconden detrás de las palabras. 

El simple hecho de imaginarnos en la piel de otra persona es una herramienta más poderosa de lo que parece. ¿Cómo se ve el mundo a través de los ojos de ese individuo? ¿Qué se siente al ser esa persona? Si hubiéramos vivido su vida, ¿cómo actuaríamos y reaccionaríamos? Puede que no seamos del todo precisos en mi comprensión de la otra persona, pero este simple ejercicio es de gran ayuda.

Nuestra capacidad de empatizar es un talento que está muy infrautilizado. Sentirse excluido, ver nuestros intereses, nuestras voces y nuestra humanidad básica ignorados, puede dejar heridas profundas. ¿Y si la persona del otro lado de la mesa nos rechaza, como ocurre en situaciones de conflicto? Cuando nos sentimos rechazados, todos nuestros instintos son protegernos: retroceder y rechazar. Es humano construir muros defensivos a nuestro alrededor si nos sentimos atacados. Sin embargo, cuando contraatacamos, perpetuamos el ciclo destructivo y hacemos imposible el acuerdo.

En lugar de rechazar a los demás, podemos sorprénderlos con respeto. Tomar la iniciativa y cambiar el ciclo de rechazo mutuo en un ciclo de respeto mutuo. Hoy en día, las fuerzas policiales de las principales ciudades donde ocurren incidentes de rehenes con regularidad han adoptado un enfoque completamente diferente.

Puede que no sea fácil cambiar la dinámica de una interacción o relación difícil del antagonismo y el rechazo al respeto, cuando nos sentimos atacados, pero las recompensas son excelentes. Al mostrar respeto, es probable que recibamos respeto.

Ser cortés. Escuchar con atención y reconocer su punto de vista. No reaccionar, incluso si nos ataca verbalmente. Mantenerse tranquilo y cortés, paciente y persistente. En la inmensa mayoría de estas situaciones, la estrategia de tratar a los demás con un respeto humano básico funciona. Les da una salida para salvar las apariencias.

La próxima vez que alguien diga o haga algo que nos haga sentir rechazados y sintamos el impulso de reaccionar, trate de observar nuestros sentimientos. Ponernos en nuestro propio lugar y recordar nuestro compromiso de atender nuestras necesidades más profundas. Si nos sentimos confiados en nuestra capacidad para hacer nuestra propia felicidad, seremos menos reactivos al comportamiento ofensivo de la otra persona.

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