Decide qué funciona para ti a través de la prueba y error

Si algunas reglas son sensatas y otras no tienen sentido, ¿cómo diferenciamos las dos? Bueno, si un principio nos perjudica más de lo que ayuda a otros, probablemente deberíamos cuestionarla. 

Esto pone tres mandamientos comunes: “Hazlo lo mejor que puedas”, “Trabaja en equipo” y “No seas egoísta”, en la línea de fuego. 

Comencemos con la noción de que siempre debemos hacerlo lo mejor posible. Darlo todo  es agotador y eso puede afectar nuestra salud. Por ejemplo en el caso de la autora, durante años, se levantaba al amanecer y se ponía a trabajar. Estudiaba todo el día y hasta bien entrada la noche. Sus notas en la universidad fueron excelentes, pero su salud pronto cayó en picado, dejándola con un bulto no diagnosticado en el cuello, la manifestación física de todo ese estrés y falta de sueño. 

Luchar sin cesar por la perfección también es una receta segura para la decepción. Si tenemos la calificación perfecta, la única forma en que puede cambiar es empeorando. Esto sugiere que nuestra mejor apuesta es ser más flexible y aceptar que no podemos ser perfectos todo el tiempo. 

Después está la idea de que debemos “darlo todo por el equipo”. Hablando sin rodeos, esto simplemente no es cierto: es perfectamente legítimo anteponer nuestros propios intereses. Solo preocuparnos por nosotros mismos e ignorar a los demás es definitivamente algo que debe evitarse. 

El objetivo es ser alguien que se preocupa por los demás, pero también se ocupa de sus propias necesidades antes de cuidar de los demás. Esto se debe a que solo podemos ayudar a quienes nos rodean si estamos bien. Esta es una idea bastante intuitiva, incluso si a menudo la olvidamos. 

Un ejemplo claro de esto son las instrucciones de seguridad del avión. La razón por la que se nos dice que primero cuidemos nuestra propia máscara de oxígeno es que no podremos ponerle una máscara a nuestro hijo si nos hemos desmayado. 

Para acabar, es importante enfatizar que algunas personas son jugadores de equipo por naturaleza, mientras que otros simplemente no lo son, y eso está bien. Si jugar en un equipo no es lo nuestro, no tiene por qué ser un problema. Tenemos todo el derecho de priorizar nuestra propia salud y bienestar 

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