¿Cómo desarrollamos nuestras opiniones?

A menudo se nos dice que para entender algo, debemos leer una variedad de fuentes. Esto es según The Atlantic, esto es según el New York Times, y esto es según La Vanguardia. No es raro que todos ellos tengan algo y, a menudo, encontramos que hay múltiples formas igualmente válidas de describir una persona, evento o cosa. 

Por ejemplo, una persona puede afirmar que Internet tiene grandes ventajas porque permite acceso al conocimiento a cualquiera y a cualquier hora, mientras que otra puede afirmar que está lleno de odio y fake news. Ambas afirmaciones son correctas, Internet nos ha proporcionado acceso a una gran cantidad de información, pero también nos ha inundado de «noticias falsas«. 

Por ejemplo, una librería puede considerar que Amazon es un desastre para su negocio, mientras que un autor que quiere publicar por su cuenta puede considerarlo una plataforma fantástica para distribuir su trabajo.  

Hace un tiempo la cadena de librerías británica Waterstones describió a Amazon como un «diablo despiadado que hace dinero», mientras que la Sociedad de Autores descubrió que muchas más personas elogiaban a Amazon que las que lo atacaban en una encuesta entre sus miembros. 

Para cada persona, puede significar algo diferente porque el contexto de cada individuo es diferente. Tendemos a simplificar  el mundo y muchas veces olvidamos que el diablo está en los detalles, y por lo tanto en el contexto.

¿Cómo formamos una opinión sobre una figura pública, un país que nunca hemos visitado o cualquier otra cosa? Todo puede empezar con un comentario en nuestro podcast favorito o un vistazo a un titular. Lo que escuchamos primero a menudo influye en nuestros pensamientos posteriores sobre un tema, con lo que se conoce como efecto ancla o sesgo de anclaje

Tomemos, por ejemplo, el siguiente relato de una nueva moda de alimentos saludables. La quinoa empezó a ponerse de moda a mediados de la década de 2000 y empezó a distribuirse desde Perú. Escritores en temas de nutrición como Yotam Ottolenghi lo elogiaron y la NASA lo declaró uno de los alimentos más equilibrados del mundo. Sin embargo, pronto surgieron informes de que esta creciente demanda estaba causando estragos en el ecosistema de los Andes, donde se cultiva la quinua. 

Debido a que nuestras mentes son susceptibles a las primeras impresiones, sería más probable que compráramos quinua si nos enteramos por primera vez de lo que dicen los que estan a favor, que si nos enteramos de las posibles desventajas. Esto es lo que se conoce como sesgo de confirmación, y hace referencia a nuestra tendencia a priorizar la información que consideramos como cierta, o la que queremos creer que es cierta.

Después de conocer los beneficios para la salud de la quinua, es posible que nos interese más conocer los beneficios de la col rizada o el aguacate. Si escuchamos por primera vez sobre la quinoa en un informe sobre el daño ambiental, en cambio sería mucho más difícil convencernos de comerla. 
Nuestras opiniones sobre algo ahora pueden influir sobre cómo pensamos sobre el mundo en general. Nuestras opiniones cubren un espacio más grande, un alcance más amplio de lo que solemos creer. Por eso es tan importante entender cuáles son los principales sesgos cognitivos que afectan a nuestra capacidad de tomar decisiones y procesar la información, así como la forma en que funciona nuestro cerebro. Porque estos elementos en conjunto, pueden influir sobre las decisiones importantes que tomamos, como cómo votamos e interactuamos con los demás.

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